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Cantos fúnebres: Contextos sonoros para un reestreno Stravinskiano

“Quizá no está preparada para recibir cartas y le irritará que llame su atención con esta, pero no puedo contenerme de escribirle por lo siguiente: He compuesto una pieza sobre la muerte de nuestro querido, y a quien nunca olvidaremos, Nikolai Andreyevich. La pieza ya está orquestada; solo quería hacérselo saber a usted y su familia.
No sé qué ocurrirá en lo que respecta a su interpretación . Este pensamiento me preocupa terriblemente. Me sentíría abatido si no pudiese ser interpretada en un solo concierto dedicado a la memoria de Nikolai Andreyevich. Acabo de escribir una carta a Siloti, pidiéndole consejo. Esperaré su respuesta con impaciencia. Pues realmente este es mi tributo a la eminente memoria de Nikolai Andreyevich, el tributo de su alumno, a quien él quería. Confío, en que me comprenderá, querida Nadezhda Nikolayevna, tanto a mí como a mis deseos”.
Esta carta fechada en Ustilug el 28 de Julio de 1908 fue enviada por Stravinsky a la viuda de Nikolái Andréyevich Rimski-Kórsakov poco después de su fallecimiento y es probablemente donde se hace la primera mención a su Chant Funébre, que estos días vuelve a la luz [grabación] tras el redescubrimiento de una partitura que llevaba cerca de cien en años en paradero desconocido.


Portada de la parte de flauta y fragmento de la
partitura del Chant Funèbre de Stravinsky.

Fuente


La petición de Stravinsky a Nadezhda Nikolayevna y a Siloti cayó en saco roto, pues este ya había encargado una pieza conmemorativa a otro compositor, Aleksandr Glazunov.

Al final la obra de Stravinsky fue interpretada en otra serie de conciertos, los Conciertos Sinfónicos Rusos. Por otro lado Glazunov, viendo que no le iba a dar tiempo a acabar su obra para el concierto organizado por Aleksandr Siloti, se desvinculó del encargo, aunque siguió trabajando en la obra, que  completaría a comienzos de 1909. Glazunov titularía esta obra Preludio “A la memoire de Rimsky-Korsakow” y lo publicaría como su op. 85 conjuntamente con otro preludio fúnebre, dedicado esta vez A la memoire de Wladimir Stasoff. Curiosamente la obra de Stravinsky y la de Glazunov se estrenaron finalmente en el mismo concierto, el 17 de Enero de 1909.




Por su parte Siloti, que había encargado la obra a Glazunov, y conocía la existencia de la obra de Stravinsky se buscó un tercero para realizarle el encargo: Maximilian Steinberg.

Steinberg era una figura emergente de la música Rusa y gozaba de una gran reputación que había comenzado a gestarse un par de años antes, cuando se convirtió en el alumno predilecto de Rimski (“¡Qué alumno tengo en mi clase, talentoso, con un gusto destacable, sentido de la medida, oído, pura conducción de las voces!”[1]), desplazando en cierta medida a Stravinsky. Así, el Prélude symphonique “A la memoire de Rimsky-Korsakov” op. 7 se convirtió en el tercer canto fúnebre en honor a Rimski.





En su homenaje, Steinberg reutiliza material de Rimski (comparar el pasaje a partir de 4'50'' con este fragmento de Kaschey el inmortal de Rimski), como también hizo Glazunov, aunque Steinberg desde una posición privilegiada, ya fue depositario de los manuscritos de Rimski (Steinberg se casó con una hija de Rimski). Estos incluían sus libretas de apuntes musicales, de las que extrajo material inédito de su maestro, bocetos para una “opera-misterio” basada en Cielo y tierra de Byron. En las citas destacan las progresiones octatónicas que tanto interesaron a Rimski. 


De izquierda a derecha; Igor Stravinsky, Nikolay Rimski-Kórsakov,
Nadyezhda Rimski-Kórsakov Steinberg, Maximilian Steinberg
 y Yekaterina Stravinsky en 1908, el año de la muerte de Rimski.
Fuente

Lo más curioso de todo es que el Preludio de Steinberg, escuchándolo con oídos de hoy, parece tener un cierto aire a Stravinsky, pero a un Stravisnky ¡que todavía no existía! Taruskin señala como ejemplo un pasaje de Steinberg, basado de nuevo en un boceto de Rimski, en el que el compositor escribe dos tríadas mayores simultáneas a distancia de tritono, lo mismo que un par de años más tarde constituiría el famoso acorde de Petrushka de Stravinsky.



Tríadas mayores simultáneas a distancia de tritono.
Citado por Taruskin, p. 407



Una característica que cumplen los Cantos Fúnebres de Glazunov y Steinberg la había establecido el propio Rimski en una pieza memorial que él mismo había compuesto años atrás: “Sobre el sepulcro”, dedicada a la memoria de Mitrofán Beliáyev. En esta breve obra Rimski, como luego harían Glazunov y Steinberg (¿y quizá Stravinsky también?), cita fragmentos de la liturgia ortodoxa, creando una pieza que, sin saberlo, serviría de modelo para los homenajes a su propia muerte.




Fuente:
Taruskin, Richard. Stravinsky and the Russian traditions, vol. 1, University of California Press, p. 395 y ss.




[1] Rimski-Kórsakov a Ossovsky, citado por Tarsukin, p. 385

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