Ir al contenido principal

Reminiscencias (y obsesiones)

Hace unos meses escuché en el fantástica web de El oído armónico esta pieza de Grieg, cuya armonización me fascinó. Escuchándola, había un pequeño fragmento de apenas tres de acordes (los dos primeros pulsos del compás 7) que me resultaban familiares y me tuvieron obsesionado una buena temporada.


Estaba convencido de que había oído esa sucesión en alguna parte, pero por más que pensaba no atinaba. Por alguna extraña razón pensé que era algo de Poulenc, ¿pero qué? Tras echar un vistazo a la sonata de flauta y a algunas obras corales que tenía por casa y no encontrar nada, pensé que seguramente estaría en Dialogues des Carmélites, una ópera de Poulenc a la que tengo especial cariño porque en su momento la tocamos con la orquesta del conservatorio.

Tras varias semanas comiéndome la cabeza sin resultados lo dejé por imposible. Y así me quedé, un poco frustrado la verdad, con la idea de que esto me sonaba de algo, pero sin saber de dónde, como cuando tienes una palabra en la punta de la lengua, pero no acaba de salir, y te sale otra que no es, en este caso, Poulenc.

El asunto valió como excusa para hacerme con esta partitura,
 pero ni rastro de la dichosa sucesión de acordes. 


Varias semanas más tarde me volvió a pasar una cosa semejante. Estaba echándole un ojo a este manual de armonía funcional con el que acababa de hacerme cuando me llamó la atención uno de los ejemplos. En un ejemplo destinado al análisis aparecía un acorde de dominante cuya tercera, es decir la sensible de la tonalidad, se encontraba en la melodía pero no resolvía a la tónica sino que efectuaba un salto hacia la tercera del acorde de tónica. Al estar en tonalidad menor este salto recorría el infrecuente intervalo de cuarta disminuida.






Me llamó la atención porque normalmente cuando se explica la resolución de la sensible en el acorde de dominante se indica que debe resolver a la tónica, especialmente si se encuentra en la voz superior como era en este caso. (Esta es una de esas simplificaciones que se enseñan a los principiantes, que si no se aclaran pueden quedar como "norma" en la mente de los estudiantes... ¡como me pasó a mí! Valgan los siguientes ejemplos de la literatura para refutarla).

El caso es que al tocar este ejemplo, de nuevo me vino esa sensación de “yo esto lo he escuchado en alguna otra parte”. Y esta vez, aunque me costó un buen rato, sí que encontré la obra a la que me recordaba. Se trataba del comienzo del cuarto movimiento de la tercera de Schumann, mi movimiento favorito de sus sinfonías (junto con el movimiento lento de la segunda). Aunque escrito con tres bemoles, el movimiento está en realidad en mi bemol menor, y en él Schumann realiza en varias ocasiones ese giro con la sensible en la melodía saltando hacia arriba (p. ej. compás 1-2, re-sol bemol).





Se trata de un giro melódico muy expresivo y con una sonoridad muy característica. Bach hace uso de este giro en el tema de la fuga en do# menor del Clave bien temperado I y también en algunas elaboraciones del coral Nun komm der Heiden Heiland. El caso es que sin llegar a ser un  lugar común este giro melódico había sido  empleado con cierta frecuencia desde Corelli, quien lo empleaba a menudo en secuencias ascendentes.

Corelli: Op.6,  No.3, Grave
Escuchar

Georg Muffat: Sonata II, Grave (Armonico tributo, 1682)
Escuchar


Lo curioso del asunto es que cuando fui a echarle un ojo a la partitura de Schumann descubrí, para mi sorpresa, que era también esa la obra que me recordaba a la pieza de Grieg que me había tenido semanas en vilo.



Se podría pensar que la sucesión de apenas tres acordes aparecerá en multitud de obras. Y es cierto. Pero igual que ocurría con el otro caso de parecidos razonables, en el que tanto el intervalo de cuarta disminuida como la no resolución de la sensible en la melodía le daban al giro una sonoridad muy característica, en el caso de los acordes de Grieg/Schumann también escuchamos una sonoridad muy particular.

En ambos casos partimos de una triada menor en estado fundamental con la 3ª en la voz superior y llegamos a una séptima de dominante, con la 7ª en la melodía. Este acorde es para mí el que da el color especial a esta sucesión de acordes. ¿Por qué? Tomemos el fragmento de Schumann. Si consideramos a la tríada de la bemol menor como tónica (al menos tónica local), para entender el acorde de séptima de dominante en relación con esta tonalidad debería ser una dominante secundaria, en concreto la dominante del segundo grado. Esto no tendría nada de especial si estuviésemos en el modo mayor, pero en el modo menor la cosa cambia. Esta sucesión se hace mucho más característica ya que en el modo menor, al ser el acorde sobre el segundo grado un acorde menor no se puede tonicalizar, por lo que es muy infrecuente el uso de una dominante secundaria sobre ese acorde.

En Grieg ocurre lo mismo, esta vez en sol menor, la tonalidad principal. La única diferencia en una nota de paso añadida en la melodía (do) que viene dada por la canción popular que Grieg emplea como tema para su obra.

Como última curiosidad resulta que el intervalo de cuarta disminuida en la melodía que había sido lo que me había llevado en primer lugar a la sinfonía de Schumann (en relación con el ejemplo del libro de armonía) también aparece en el tema de la Ballade de Grieg, de nuevo procedente de la melodía popular original.


Canción popular noruega que Grieg
 tomó como punto de partida para la Ballade.
[Fuente]


Schumann admiraba a Bach, y Grieg conocía y admiraba (parte de) la obra de Schumann, de quien incluso escribió un extenso artículo, pero se me hace difícil saber cuánto de inspiración y cuánto de pura casualidad hay en estas reminiscencias concretas, aunque intuyo que hay más de lo segundo.

Otro día os cuento otros casos del mismo estilo que también me tienen con la mosca detrás de la oreja a pesar de las reminiscencias son tan generales (o más) que en estos. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una curiosidad sobre Daphnis et Chloé de Ravel

Léon Bakst  (1866–1924): Escenografía del Acto I de Daphnis et Chloé MS Thr 414.4 (9), Howard D. Rothschild Collection on Ballets Russes of Serge Diaghilev: Drawings and Prints, 1907-1956, Harvard Theatre Collection, Houghton Library, Harvard University   Cuenta el musicólogo Jacques Chailley (1910-1999) que de joven… …como cualquier estudiante con un presupuesto ajustado, solía frecuentar las librerías de segunda mano, y fue por casualidad que, hace unos treinta años, adquirí una reducción para piano de Daphnis et Chloé , el famoso ballet de Ravel, escrito, como todos sabemos, a petición de Serge de Diaghilev sobre un guion elaborado por el coreógrafo Michel Fokine a partir de la novela de Longus […]. …la cubierta de cartón, con su lomo toscamente acanalado, me pareció un poco "casera", mientras que el papel, con su grano característico, tenía un gofrado marginal que me sorprendió. Más tarde me di cuenta de que era la marca de las pruebas de imprenta, no comercializadas, d

Ortografía cromática

¿Sabes cómo escribir una escala cromática? Yo…no estoy seguro de saber. Mis dudas arreciaron cuando transcribiendo una pieza me topé con el siguiente pasaje: ¿Cómo debería ser escrita esa pequeña escala cromática descendente señalada en rojo? Una gran parte de los libros de teoría despachan el asunto con un recurrente adagio:   usa sostenidos para la escala ascendente y bemoles para la descendente . Pero el asunto no es tan sencillo. El contexto importa, y mucho. Pongamos por caso el siguiente fragmento: Cuando las notas a considerar son del acorde no hay lugar a dudas: está plenamente justificado el uso de sostenidos en la escala descendente en determinados contextos armónicos como el de este ejemplo y en este caso cualquier otra notación sería absurda.  Pero ¿qué ocurre cuando los cromatismos no forman parte de la de las notas del acorde sino que son notas de paso? ¿es correcto en ese caso lo de sostenidos para subir y bemoles para bajar? Efectivamente,

Perotin y Anonymous IV

El otro día escuché a una presentadora matutina de Radio Clásica hacerse un pequeño lío al presentar una obra de Perotin afirmando (erróneamente) que este autor era conocido también como Anonymous IV y me hizo recordar la fascinante historia de estos dos personajes que relata  Richard Taruskin en The   Oxford History of Western Music: C omo la mayoría de manuscritos que contienen música para uso eclesiástico, las fuentes [del repertorio] de Notre Dame no portaban atribuciones [de autoría]. (Solo obras “seculares” como las canciones cortesanas podrían indicar el nombre su autor sin mácula de orgullo, un pecado capital). Sin embargo, creemos que conocemos las identidades de los autores y creemos conocer algo acerca de la historia del repertorio y su desarrollo. Y sabemos lo que sabemos (o lo que creemos que sabemos) precisamente gracias a la alianza de la catedral de Notre Dame con la Universidad de París.   Desde sus orígenes, el alumnado de la universidad ha comprendido un